Rincon De Las Memorias Perdidas
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Rincon De Las Memorias Perdidas

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puntuka91
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MensajeTema: Ausencias   Ausencias Icon_minitimeMar Dic 02, 2008 2:04 pm

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espero lo disfruten ^^

El día en que tú te fuiste

Era una noche tranquila, a pesar de lo sucedido horas antes, todo estaba muy callado, demasiado para que fuera el santuario de Atenea.

El cual siempre estaba lleno de sonidos, fuera de los guardias, de los aprendices, incluso de la misma naturaleza, era como si todos supieran realmente lo que acababa de suceder.

Un joven se encontraba en el interior de su casa, estaba sentado en donde minutos antes había enfrentado a unos caballeros de bronce, este solo miraba al vacio, como si le estuviera preguntando cosas al viento, estaba recargado en una columna casi destruida, con una pierna flexionada y con aire distraído, una mano la tenia recargada en su mentón y la otra descansaba a un costado de él.

Un sentimiento de vacio lo inundo, se sentía solo, una soledad que le carcomía el alma y le hacía gritar de dolor, era una lenta agonía, demasiada dolorosa como para aguantarla.

Pero lo debía a hacer, debía de ser fuerte como muchas veces en su vida, sentía un agudo dolor en su interior, quizá era su alma pidiendo a gritos que se desahoga, o quizás solo fuese su imaginación.

Lo que horas antes había pasado, se le hacía demasiado irreal, era como una pesadilla, a la cual había entrado y parecía no salir, una gran herida sangrante se había abierto en su interior, cerró los ojos como para aminorar su tormento.

Después de que su mente se tranquilizara, se levanto de su sitio, y camino hacia la parte privada de su casa, la casa de escorpio, cuando estuvo en ella, se quito la armadura, y la guardo celosamente en su caja, y se preparo para un largo baño.

Entro en el gran baño de mármol, abrió las llaves del agua y dejos que sus ideas fluyeran, era como si de esta manera lavara sus penas, cosa que estaba lejos de suceder, así paso casi media hora, mirando todo y nada, y su mente en un lugar lejos de ahí.

Cuando salió del baño, eran casi las 4 de la mañana, se vistió y se recostó en la amplia cama de su casa y volvió a dejar que su mente se perdiera en sus pensamientos, tanto así que no se dio cuenta de la hora, eran casi las 7 de la mañana, hora en la que debía estar en cementerio del santuario, para darle el ultimo adiós a sus compañeros caídos en batalla.

Se levanto se la cama y se tallo la cara con las manos, sentía la necesidad de llorar, de gritar, de ahogarse en su dolor, pero no podía, ahora más que nunca, tenía que resistir las pruebas que le otorgaba la vida, para proteger a su diosa.

Cuando vio en su mente la imagen de Saori Kiddo, esa niña de trece años que resulto ser su diosa Atenea, una rabia empezó a inundar su cuerpo, era como si de pronto un demonio lo hubiera poseído, sentía su respiración agitada ante los pensamientos que tenia, era su deber protegerla, pero en lo más dentro de su ser, quería desaparecerla, junto con su dolida alma.

Se vistió lo más rápido que pudo, se puso su armadura, y salió de su casa en dirección a los funerales, cuando llego ya todos estaban ahí, algunos le dedicaron miradas severas por su tardanza y otros simplemente lo miraron con pena.

Esto molesto en sobre manera a Milo, odiaba que le tuvieran lastima, ignorando esto se puso en su puesto, dejando a su mente divagar, cuando volvió a la realidad, se encontró con unos ojos azul-verdosos, bastante extraños, mirándolo con cierta ternura, esta era Saori, la cual se percato de la distracción del santo de escorpio, este retiro sus ojos de los de la diosa, se sentía muy culpable, por haber pensado de esa forma de su diosa, de lo único que le quedaba, y que hacía unos minutos, sentía una gran rabia hacia ella.

Todos lo miraban extrañado como si acabara de hacer algo indebido, sus ojos color turquesa se clavaron en los de los caballeros presentes, dedicándoles a todos una mirada frívola, lo que hizo tener un temblor a más de uno, ya que los ojos del santo de escorpio, eran penetrantes, pareciese como si te traspasara el alma con una mirada.

Después de una hora, de despedidas, por fin cerraron los féretros, para enterrarlos, en todo ese rato, Milo no quiso ver los cadáveres de sus compañeros, y mucho menos de su amigo Camus, con verlo congelado en la casa de Acuario fue más que suficiente para que en su interior, algo se rompiera.

No odiaba a Hyoga, pero no lo quería como alguna vez Camus lo hizo, al verlo sentía como su ser se volvía cruel, sentía la necesidad de hacerlo sufrir, y después de todo no era fácil tener al asesino de tu mejor amigo enfrente, no a él no lo odia, al que realmente odiaba era a
Camus, por haberse dejado matar, por haberlo dejado solo, por el simple hecho de siquiera haber pensado en abandonarlo, por haberse ido y ni siquiera haberse despedido.

Cuando fueron enterrados los cuerpos, todos empezaron a irse, el se quedo viendo la tierra recién removida, fijo su mirada, en la lapida del que en vida fuese su amigo, sintió una carga eléctrica pasar por su cuerpo, algunas lagrimas se agolparon en sus ojos turquesa amenazando con salir, pero esto él no lo permitiría, no lloraría por alguien que ni siquiera lo tomo en cuenta, ni siquiera le pregunto, ni siquiera se despidió, respiro profundamente y con una voz potente dejo salir esas palabras que tanto deseaban salir.

-Camus…yo espero que te vayas al infierno y que nunca vulvas de él maldito- dicho esto empezó a caminar hacia su casa, pero una voz en a sus espaldas le hizo voltear abruptamente

-¿Cómo le puedes decir eso a tu amigo?, ¿Cómo le puedes decir eso a mi maestro? Milo de escorpio-un lloroso Hyoga estaba frente al santo de escorpio, recriminándole por las duras palabras dichas

-No te metas en lo que no te importa mocoso, lo que le diga a Camus o le deje de decir es asunto mío- dijo con voz modulada, pero peligrosa, le dedico una de sus miradas frías, y siguió caminando sin prestar atención al cisne, pero este insistió en confrontar al escorpio.

-Me meto porque era mi maestro y no voy a permitir que le digas esas cosas a su tumba- término el joven con una voz bastante molesta, Milo le dedico una de sus sonrisas crueles y le contesto

-Si tanto le querías, y lo respetabas, ¿Por qué le mataste? Te diré porque, porque en realidad lo odiabas, lo odiabas por haber hundido el barco de tu madre, y por eso lo mataste, así que no me vengas con reclamos estúpidos- Milo sonrió mas al ver lo que sus palabras le habían ocasionado a Hyoga, sin más que decir, Milo se fue a su casa, sin voltear a ver al cisne.

Cuando llego a su casa, se dirigió a la parte privada, en donde se sentó en su cama, dejando que su mente viajara un rato mas, entre mas quería olvidar lo sucedido, mas le atormentaba, unos cuantos recuerdos vinieron a su cabeza, esto le hizo empezar a tener leves temblores, por la resistencia que ponía ante las lagrimas que necesitaba derramar.

Se paró de su lugar, se quito la armadura y empezó a deambular por la casa de escorpio, tratando de ocupar su mente en otra cosa, cuando llego a la cocina, ya no soporto mas y dejo que todo su dolor, su rabia, su odio dominara su mente, le dio un par de golpes leves a la pared, después de unos minutos los golpes se fueron intensificando al grado de dejar un enorme hoyo en ella, al sentirse aun peor que antes, dejo que un grito se escapara de su boca, era un grito desgarrador, algo sobre natural.

Cuando por fin se canso de la operación antes hecha, se dejo caer al suelo, y ahí se quedo, medio sentado y medio desparramado, se levanto de su lugar y se dirigió a la cocina, de ahí saco una botella con un líquido carmesí, que irónico, pensó, y con una media sonrisa dijo.

- Este vino francés jamás me gusto y sin embargo lo compre, para cuando vinieras melancólico por la muerte de tu alumno, que ingenuo fui…-y sin más la abrió, y le dio un largo trago, como si en eso se le fuese la vida.

Cuando el vino se acaba, Milo ya estaba demasiado ebrio como para poder moverse, y sin más dejo que el sueño le inundara, y así quedo sentado en una esquina de la cocina, con una botella de vino vacía y profundamente dormido, olvidando cierta orden de Atenea.


Última edición por puntuka91 el Jue Dic 11, 2008 5:39 pm, editado 4 veces (Razón : Corregido ^^)
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Yachiru
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MensajeTema: Re: Ausencias   Ausencias Icon_minitimeMar Dic 02, 2008 2:26 pm

Sad Sad Sad Sad aun que me maldigas y me digas que me vaya al infierno... estuvo genial la historia, en mi opinion me gusto muuucho

En especial el Milo borracho y rencoroso tongue

Aun que... el exceso de comas y la falta de puntos Puka tongue tongue tongue tongue

Pero aun asi estuvo genial lol! lol! lol! lol! lol! lol! lol!
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MensajeTema: Perdidas   Ausencias Icon_minitimeMar Dic 09, 2008 3:56 am

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Aqui en 2° capi espero que sea de su agrado n.n cualquier cosa dejen comentario

Perdidas

Era temprano en la mañana cuando un grupo de 12 personas se encontraban en el comedor de la cámara del patriarca, todos esperaban expectante algo o más bien a alguien.

Algunos de los presentes tenían cara de fastidio, otros simplemente miraban la puerta, y otros tanto miraban a la anfitriona del agradable desayuno, ya llevaban una hora ahí esperando a que cierta persona llegara y en todo ese tiempo no había dado señales de vida.

-Disculpe Atenea, pero creo que el bich…caballero de escorpio no va a venir- dijo el santo de leo reprimiéndose de decir algún insulto al escorpio

-Yo creo que vendrá Aioria, y por favor no me digas Atenea, puedes decirme Saori- termino la joven con una sonrisa tierna

- O no como cree usted que le hablaría con tan falta de respeto, lo siento mi señora, pero no podría, ¿Qué le parece si voy a buscar al santo de escorpio?, quizás se olvido del desayuno-termino Aioria clavando sus ojos esmeralda, en las orbes azul-verdoso de su diosa

-Creo que sería conveniente que lo hagas y le puedes decir por favor que se apresure, que sus compañeros lo esperan-dijo Saori con una linda sonrisa dibujada en su cara.

Dicho esto el caballero de leo, se dirigió a velocidad luz hacia la casa de escorpio, mientras que los otros abatidos, hacían cualquier cosa para quitar el aburrimiento, después de unos minutos de silencio por fin alguien lo rompió.

-¿Creen que le haya pasado algo a Milo?-pregunto después de algunos minutos Seiya, con mucha curiosidad

-No lo creo, pienso que quizás se olvido de la petición de Atenea- dijo Aldebarán de tauro el cual permanecía algo impaciente ante la ausencia de su compañero de armas

-No creo que haya sucedido eso, no conozco a fondo al caballero de escorpio, pero dudo que se le haya olvidado- dijo en voz pasiva Mu el cual, trataba de controlar a su discípulo, que a su vez no dejaba de saltar, y gritar que quería comer.

-Si no se apura, Kiki seguro que le hace recordar el próximo desayuno.- termino de decir esto un sonriente Aldebarán, el cual se mofaba de la actitud del niño.

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Mientras tanto en la casa de escorpio….

El caballero de leo llego en algunos minutos a la casa de escorpio, la cual parecía totalmente vacía, si no fuera porque se moría de hambre ni siquiera hubiera entrado a ver, pero el bicho tenía que pagar por su falta de alimento.

Camino por los pasillos de escorpio, el cual estaba envuelto en penumbras, cuando iba a llegar a la parte privada, le sorprendió mucho ver un gran hueco en uno de los muros, lo miro con detenimiento y se dio cuenta que ese hueco no había sido hecho por algún objeto, ni siquiera con alguna técnica de combate, simplemente estaba hecha por la fuerza de un puño.

Continúo su caminata hasta llegar a la habitación del santo de escorpio, toco un par de veces la puerta sin respuesta, golpeo con más
fuerza pero este simplemente no daba respuesta, así que después de unos minutos de espera decidió profanar la amplia habitación.

Aioria entro en la habitación, y fijo su mirada esmeralda en la cama la cual estaba intacta, era como si el santo de escorpio no hubiera dormido en ella, entro en el baño, buscando a su ´´querido´´ compañero, el cual no se encontraba ahí.

Se dirigió a la salida, no sin antes inspeccionar cada rincón de la 8° casa, estaba a punto de irse, cuando recordó que no se había fijado en la cocina, el santo de leo sonrió por su ocurrencia, que tendría que hacer el bicho en la cocina, entonces se decidió hacer lo que venía pensando desde hacía un buen rato.

-¡¡BICHO!! ¡¡MILO!!! ¡MILOOOOOO¡-termino Aioria gritando a todo pulmón, lo que hizo que el sonido de su voz retumbara en toda la casa, al no recibir respuesta, el santo de leo se marcharía, pero algo le llamo la atención, escuchaba ruido en la cocina, sonaba como…un gimoteo de dolor.

El joven se regreso a toda velocidad a ver el origen del ruido, siendo dirigido hasta el origen del perturbador sonido, cuando entro parecía que no había nadie, así que camino hacia el interior, para revisarla a fondo, estuvo a punto de desistir, cuando vio al santo de escorpión medio desparramado en una esquina de la misma.

Se acerco lentamente al joven de cabellos azules, lo contemplo unos segundos pensando en cómo lo iba a despertar, y lo más importante
¿Cómo había acabado dormido ahí? Miro alrededor de Milo buscando algo que le diera una pista, entonces entorno sus ojos hacia la derecha del escorpio, y vio una botella de vino. El santo de leo sintió una rabia incontrolable, no podía ser que teniendo a su diosa tan cerca, el santo de escorpión cometería tan falta de respeto.

Se acerco mas a Milo y sin ningún cuidado lo zarandeo con una fuerza casi salvaje, así estuvo unos minutos hasta que el ojiazul lo detuviera con una mano, un tanto confuso y molesto.

-¿Qué rayos te pasa pelusa?-pregunto con voz ronca Milo

-¿Qué te pasa a ti bicho ponzoñoso?, ¿Cómo te atreves a profanar el santuario con eso?-termino Aioria señalando una botella de vino, la cual había rodado algunos metros de su propietario, por la fuerte sacudida.

-Me atrevo por qué puedo hacerlo, tú no eres nadie para reclamarme lo que hago o deje de hacer, nadie te nombro Patriarca, así que no me estés jodiendo-termino Milo frotándose las sienes ante el inminente dolor que sentía en ellas.

-No puedo creer que un caballero de Atenea se comporte como un adolecente malcriado- termino el santo de leo, dirigiéndose a la puerta de la cocina, dispuesto a retirarse, el santo de escorpio simplemente lo ignoro, y se incorporo para dirigirse a su habitación, entonces
Aioria le dedico unas palabras llenas de furia- Nunca creí verte caer tan bajo, Milo de escorpio, eres patético.

-Ja, dices que soy patético, patético es lo que haces para quedar bien con Atenea, eres solo una alfombra para esa chiquilla-dijo con voz lúgubre el peli azul, dedicándole una de sus sonrisas cínicas, lo que hizo que le hirviera la sangre.

-¡¡¡¡RETRACTATE BICHO, ESTAS COMETIENDO BLASFEMIA!!!- termino muy alterado el santo de leo, Milo ni siquiera se inmuto por el gran escándalo que estaba haciendo su compañero

-Mira pelusa te voy a pedir que te vayas de mi casa, te lo pediré de forma tranquila y educada…¡¡LARGO!!-dijo ya algo irritado el santo de escorpión, el cual le dio la espalda a Aioria, para recoger un poco la cocina, la cual estaba algo desordenada

-Ciertamente no puedo creer que alguien como Camus fuera amigo de alguien como tú, maldito bicho ponzoñoso- El santo de leo se disponía a irse de una buena vez sin ver si quiera a su irritado acompañante, pero antes de que terminara de cruzar el umbral, una botella le dio de lleno en la espalda, haciéndose añicos con solo tocar su armadura de oro, volteo a ver a su agresor el cual lo miraba fríamente.

-Eres patético bicho, ¿Me pregunto qué diría Camus al verte en esta situación?- termino Aioria con sus ojos color esmeraldas clavados en los agua marinos del peli azul, estos solo denotaban odio, frialdad y mucho rencor

-Lo que tú o Camus piensen me tiene sin cuidado, de verdad me importaría si viniera de alguien importante, pero como no es el caso, simplemente no me interesa- término el ojiazul con odio en su voz, por su parte Aioria lo miro incrédulo

-¿Cómo puedes decir eso de tu mejor amigo? ¿Es acaso que no te importa él?- dijo esto mientras seguía con la guerra de miradas con el caballero

-No, no me importa, yo no tengo amigos y nunca los tuve, no te confundas pelusa- término el santo de escorpio con una sonrisa malvada marcada en sus hermosas facciones y con la mirada llena de rencor

-Sabes Milo, me das pena, es lo que realmente ciento por ti…Pena- termino Aioria antes de salir en definitiva de la 8° casa, Milo simplemente se quedo plantado en mismo lugar, hasta que reacciono y se dirigió a su habitación.

Cuando entro, sintió un enorme vacío en su interior, un vacio que lo succionaba desde lo más dentro de su ser, hasta el exterior, cerró los ojos, se sentía casado, enojado y muy decepcionado de él mismo.

Aun tenía esa sensación de rencor hacia su propia diosa, no sabía explicarlo pero tenía la necesidad de alejarse lo más que podía de ahí y no regresar jamás, un lugar donde no le recordaran constantemente sus errores, un lugar lejos de todos y de todo.

Se metió al baño, para tomar una rápida ducha, así su mente podría relajarse y sentirse aliviado, entonces recordó algo que parecía olvidado.


Última edición por puntuka91 el Jue Dic 11, 2008 5:42 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Ausencias   Ausencias Icon_minitimeMar Dic 09, 2008 4:05 am

///Flash Back///

Un niño de cabellos azules se encontraba acostado bajo la sombra de un gran árbol, en esa época del año el sol parecía quemar la piel con solo dejarla unos segundos bajos sus rayos. El niño estaba a punto de quedarse dormido después de 4 horas de un duro entrenamiento. Una brisa fresca entre tanto calor jugaba con sus cabellos, haciendo que estos se desordenaran más de lo que comúnmente estaban.

Otro niño de ojos esmeralda, se acercaba al de cabellos azules, tenía una expresión de miedo reflejada en su infantil cara, se entre enlazaba las manos con nerviosismo, mientras caminaba con la mirada baja.

El pequeño peli azul, noto la presencia del ojiverde, por lo que abrió los ojos y le dedico una mirada divertida, al parecer el otro niño no se había dado cuenta de la presencia de su amigo por lo que lo siguió de largo.

-Camus, ¿acaso estas molesto conmigo?-pregunto con parsimonia el ojiazul

-¿Eh? No para nada ¿Qué te hace pensar eso?- dijo algo sobresaltado el peli verde

-A por qué pasaste y ni siquiera me miraste, pensé que quizás no me querías hablar ¿te sucede algo?- pregunto algo preocupado Milo al ver el estado de extremo nerviosismo de Camus

-No, nada ¿Por qué la pregunta?- termino con una sonrisa fingida

-Ay Camus serás el mago del hielo y del agua, pero te conozco lo suficiente como para saber que algo te molesta o te asusta, ¿es acaso que ya no confías en mi?- pregunto Milo con un poco de dolor en su voz.

-Claro que te tengo confianza pero…es que es muy delicado lo que me entere, no sé si es conveniente decírselo a alguien- término con una sonrisa dulce a su amigo, el cual lo miraba molesto

-Bueno si no me quieres decir no me digas- dijo ya muy molesto el ojiazul, el cual le dio la espalda al acuario.

-Ok te diré, pero primero quiero hacerte una pregunta Milo- termino esto Camus con una mirada seria al mencionado

-Si dime- dijo algo sorprendido por el tono de su amigo

-¿Es cierto que fuiste con tu maestro a las islas Cicladas…a…reprimir una revuelta?-

-Si…-

-Ya veo…así que es verdad lo que me entere- dijo Camus mas para sí que para Milo

-¿De qué te enteraste?- pregunto preocupado el escorpio

-De que tú solo mataste a todos los rebeldes, que ni si quiera necesitaste la ayuda de Adelphos, y de que tú serás uno de los ¨verdugos¨ de los 12 ¿o me equivoco?-

-Sí, yo soy uno de los 3 elegidos para ser cumplir las leyes de Atenea entre los rebeldes, a todo esto ¿Por qué te preocupa tanto?-

-Es que…nunca creí que tu… ¿Acaso no te sientes mal por haber matado a esos hombres?- termino Camus con la mirada fija en su acompañante

-A decir verdad no, porque estoy cumpliendo con mi deber de caballero, es por eso que me eh entrenado, es por lo que me ha entrenado Adelphos, además se que es por proteger el legado de nuestra diosa-dijo con tono orgulloso el griego

-Sabes a veces pienso que los métodos del actual patriarca no son muy adecuados- termino diciendo Camus después de unos segundos de intenso silencio, mirando a Milo con un dejo de tristeza

-Vamos Camus no es para tanto, está bien que los métodos del patriarca sean de cuestionar, pero ay que reconocer que gracias a él, ay orden en el santuario-

-Sí pero…bueno no lo entenderías, en fin, ¿y quiénes son los otros 2 verdugos de la orden?-

-Cáncer y Piscis, están dentro del gremio de agua, ellos ya habían empezado como tales, solo faltaba yo- dijo el ojiazul con una mueca de desgane

-Ya lo suponía de Cáncer, pero la verdad me sorprende que sea Piscis también-

-Si bueno, mañana me tengo que ir a la isla de Milos creo que por fin me van a dar mi armadura- término con una gran sonrisa el escorpio, restándole importancia al tema sobre sus tareas como caballero de escorpio.

-Si yo también me voy a Siberia, creo que regreso en un año, o algo así- termino con tristeza el acuario

-Bueno pero antes de que te vayas, me vas a jurar que nunca te dejaras doblegar por nada, entiendes por nada ni por nadie, y que no te vas a dejar matar por alguien inferior a ti ¿entendiste cubito?-termino el niño ya levantado de su lugar, con sus ojos turquesa clavados en
los esmeraldas de su mejor amigo

-Está bien, pero tu prométeme que me dejaras verte con tu diadema de cucaracha cuando regrese-dijo muy divertido el peli verde

-¡¡que no es una cucaracha, es un escorpio!!! ¡¡Además no es una diadema es un casco!!! Pff, ¿Cuántas veces te lo tendré que decir?, además tu casco te hace ver como un gnomo- dijo el chiquillo haciendo enojar al francés

-Mira que tu casco parezca una diadema con una cucaracha encima no es mi culpa, además mi casco es más elegante y te protege mas- dijo el francés con un dejo burlón

Los dos amigos, se miraron con enojo unos segundos, para terminar riéndose a carcajada limpia después de las ofensas dedicadas a sus respectivas armaduras.

///Flash Back End///

Milo dio un largo suspiro, aunque lo negara le dolía y mucho la pérdida de su mejor amigo, el no era una persona sociable y como ende no tenía muchos amigo, además de Camus, solo tenía la amistad de Aldebarán, y se llevaba cortésmente con Shaka, y ahí le paraba de contar.

Después de unos minutos de meditación, salió de su templo directo al coliseo en donde entreno un par de horas, todos lo miraban con un dejo molesto, esto más que sorprender al escorpio simplemente le fue indiferente, a mitad del entrenamiento Aldebarán se le acerco.

-Hola Milo, ¿Cómo estás?- pregunto el brasileño con una sonrisa

-Bien, ¿Por qué tendría que estar mal?-pregunto el griego con indiferencia

-Bueno como no te presentaste al desayuno, pensé que te encontrabas enfermo o algo así-

-No, solamente me quede dormido, en fin ¿Qué hubo de interesante en el dichoso desayuno?-

-Lo de siempre, excepto que cuando Kiki te vea te va a matar, estuvo esperando junto con los demás casi 2 horas, a que llegaras para
poder desayunar, Mu ya no sabía qué hacer con el pelirrojo- termino el santo de tauro con una carcajada limpia

-A ya veo, creo que tendré problemas por no presentarme, creo que era más fácil cuando géminis estaba de patriarca, al menos no tenía que estar entre tanta gente…excepto cuando…bueno olvídalo- termino el griego con una mirada meditabunda

-Me parece que no debes de decir esas cosas Milo, te guste o no la diosa a regresado a su templo y hay que servirle- termino con semblante serio tauro

-Si bueno, no eres mi mama para regañarme, solo fue algo que se me salió decir, ya sabes cómo soy yo-

-Ok, mira creo que vienen por ti- dijo Aldebarán señalado a un guardia, el cual venia corrió hacia el caballero de escorpio.

-Señor Milo de escorpio, nuestra señora la diosa Atenea solicita su presencia en la cámara del patriarca- termino con un gesto respetuoso el nervioso hombre, el cual, le temía de sobre manera a Milo, por sus tareas pasadas, la cuales no eran un secreto

-Ja, Aldebarán te apuesto 300 euros a que vuelvo a las andadas- termino el griego con una sonrisa cargada de maldad y cinismo

-Milo, ya te dije que….-

-Ay si ya, siempre con tus sermones Tauro, por favor deja de estar tanto tiempo con Virgo y con Mu que te hacen un idiota moral- termino Milo con una mirada gélida hacia el brasileño, antes de retirarse hacia la cámara del patriarca.

Cuando llego ahí, empujo la gran puerta, como cuando regresaba a rendir cuentas al patriarca, cuando llego frente a su diosa se arrodillo, junto a esta estaban los 5 caballeros de bronce, esto le causo un vacio en el estomago a Milo.

-Milo de escorpio, presentándose mi amada diosa-

-Puedes levantarte Milo de escorpión-

-¿En qué le puedo servir mi señora Atenea?-

-Bueno Milo, estuve leyendo los escritos de Saga de géminis, mientras este era patriarca y me ha intrigado mucho, el hecho que escribe sobre un grupo llamado los verdugos, los cuales tengo entendido eran del gremio de agua, así que siendo tu el ultimo del gremio, quisiera
saber que tareas especiales hacían- termino Saori mirándolo fijamente

-Bueno nosotros, hacíamos cumplir las órdenes del patriarca fuera del santuario- dijo con indiferencia Milo

-Ya veo, así que mataban a los que desobedecían al patriarca, así como lo que iba a ser Aioria antes de venir al santuario, o ¿me equivoco?-

-No no se equivoca mi señora, de hecho esa era la primera vez que no iba uno del gremio-

-Me lo suponía, así paso con los habitantes de la isla de Andrómeda, dime Milo, ¿Cuántos hombres, mujeres y niños mataste en mi nombre?-termino la diosa con los ojos fijos en los turquesa de Milo, los cuales denotaban pura frialdad e indiferencia

-No lo sé mi señora, nunca lleve la cuenta-

-Pero un aproximado ¿si lo sabes no?- termino Saori con voz seria, mientras que los demás caballeros presentes miraban a Milo con curiosidad, ya que este era como una roca, no se veía nervioso y mucho menos arrepentido por las duras palabras de Atenea.

-Como 400, aproximadamente, ya sin contar los que mascara de muerte les quito el rostro-

-¿Y qué hacían con los cuerpos de los hombres muertos?-

-Les cortábamos la cabeza para que supieran que eran traidores, luego los dejamos donde murieron, traíamos las cabezas aquí al santuarios, y después géminis las mandaba a quemar- termino Milo, con voz segura y pasiva, lo que hizo más escalofriante la revelación,

todos se quedaron callados, algunos miraban al santo de escorpio, con miedo, otros tanto con odio y Saori solo lo miraba con dureza.

-Ciertamente no creí que tanta gente inocente haya muerto en mi nombre y mucho menos en manos de mis propios caballeros-

-Mi señora si no se me solicita más, creo que es hora de retirarme-

-Si Milo de escorpio, puedes retirarte, y mañana espero verte a las 8 en punto en el comedor de este mismo edificio, para convivir con tus compañeros- termino seria la diosa

-Si mi señora, aquí estaré a las 8 en punto, sin falta- terminado lo dicho Milo hizo una pequeña reverencia antes de dirigirse a la salida.

-No puedo creer que ese asesino no tenga ni una pizca de arrepentimiento sobre lo que hizo-dijo Seiya después de un largo mutismo por parte de todos los presentes

-Yo tampoco, es decir, mato a todos los habitantes de la isla Andrómeda, junto con mi maestro, yo no podría dormir solo de pensar que
mate tanta gente inocente-dijo Shion algo confundido por la actitud de Milo

-Supongo que para eso fue entrenado, por lo que sé desde mi última reencarnación, los caballeros de oro del gremio de agua, siempre han tenido ese mismo oficio, es difícil creerlo, hasta para mí-dijo Saori con la mirada baja y muy triste por la confesión del escorpio.
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MensajeTema: Re: Ausencias   Ausencias Icon_minitimeJue Dic 11, 2008 5:36 pm

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Aqui esta el 3° capi espero lo disfruten ^^

Lo que fui ayer

La noche había caído en el santuario. Todo parecía en paz, todo parecía dormido. Era verdad la mayoría de los habitantes del santuario dormía.

Ciertamente había sus excepciones. Un joven de cabellos azules, estaba recargado en una de las columnas de su casa. Miraba meditabundo el firmamento. Esa sería otra de esas noches de insomnio.

No le molestaba en no dormir, ya estaba acostumbrado. Pero le perturbaba el motivo por el cual no había conciliado el sueño.

De nuevo, en ese mes, el motivo había sido él. Del cual no quería ni mencionar su nombre. El era el por qué de que el octavo guardián siguiera levantado a tan adentradas horas de la noche.

Y si bien, el era un caballero dorado, en ese momento se sentía alguien indefenso, débil. Se sentía propenso a cualquier ataque. En el transcurrir de ese mes. Milo había experimentado todo tipo de sentimientos.

De los cuales no todos eran desconocidos para él. Su humor era de lo más voluble, de lo más incordio.

Pasaba de la euforia total, a la tristeza extrema, de la paranoia, a la histeria en un solo respiro. Su cosmos podía denotar paz total y a la
vez estar perturbado. Era cierto, por fin se había vuelto loco.

Los fantasmas de su pasado le aullaban, le atormentaban. Cerró los ojos para evitar otra crisis. Pera era imposible detenerse. Se pasó la mano por los azules cabellos, haciendo que estos se alborotaran más de lo que ya estaban.

Se sentía perturbado, atrapado. Era el prisionero de sus propios sentimientos. Tanto tiempo los había ocultado. Y ahora lo traicionaban vil mente. Su respiración se agito. Se sentía desesperado, encerrado, asfixiado.

Se sujeto de la columna, buscando soporte. Le dolía todo su ser. Ninguna herida hecha en batalla, dolía tanto como la que tenía en el corazón. Si hubiera podido, en ese instante se quitaría el corazón. Ya no quería sentir nada. Deseaba con fervor el no sentir, el no
respirar, el no amar.

Si era cierto, el no había sido solamente su mejor amigo. No él había sido algo más…algo más que un simple hermano, que un simple ser humano para él.

Sabía que algún día pagaría por sus pensamientos pecaminosos. Era casi irreal, que un sentimiento como ese fuera pecado. Pero lo era y él lo sabía perfectamente. Era por eso que su dolor era tan grande.

Camus su mejor amigo, su única familia. El no había sido solo su amigo. El había ido más allá de una amistad, de una hermandad. El había sido por mucho tiempo el motivo, por el cual el escorpio se levantaba cada mañana sin ese dejo de soledad.

Había sido bastante estúpido lo que había sentido por su amigo de la infancia. Suspiro amargamente. Era un romántico de esta vida, de verdad había creído en un por siempre.

Había creído en una promesa, que en ese momento estaba rota. No concebía el por qué había sido tan inocente, tan ingenuo. Nunca debió sentir cosas así. Lo sabía muy bien, el sentir cariño por alguien nunca era algo bueno. Y aun peor era el sentir amo. Siempre se había
reprochado el sentir cosas tan mundanas.

Su cara se contrajo de dolor. En todo ese tiempo, no había derramado ni una sola lagrima. Sin embargo eso no disminuía el dolor que sentía.

Al contrario, se había vuelto una bomba de tiempo, a punto de explotar.

Miro hacia el onceavo templo. Estaba vacío. Totalmente vacío, como su alma. Volvió a mirar al cielo, el amanecer se aproximaba. Unos rayos naranjas, le dieron de lleno en la cara. El escorpio sonrió cínicamente, como si estuviera haciéndole frente a un enemigo invisible.

Entro a la octava casa, tenía que llegar temprano a la cámara del patriarca. Ese día tocaba informe antes del desayuno.

Se dirigió al baño. Al llegar ahí se desvistió con gesto taciturno y se dio un baño rápido. Cuando termino, se puso lo primero que encontró en el closet. Se puso su armadura y salió de su templo.

Se sentó en los escalones del mismo, y espero la hora de la cita. Se sumergió en sus cavilaciones, sin darse cuenta en la presencia de alguien que lo observaba.

-Milo de escorpio, siento tu cosmos perturbado, ¿Puedo preguntar por qué?- pregunto una voz serena, era casi como la voz de una sirena, de un ángel.

-Puedes preguntar Virgo, pero dudo que te dé una respuesta- dijo Milo con voz apesadumbrada

-Veo que tú alma llora, pero tú no lo haces, si te sirve de algo que te lo diga, las lágrimas son las encargadas de reconfortarla, pero a la vez pueden ser las que la destruyan-

-Gracias Virgo pero la verdad es que no tengo nada, estoy bien- termino con voz segura el de escorpio

-Si eso es lo que dices, pero tu alma no miente, sería bueno que encontraras paz contigo mismo Milo, deja descansar tu mente-

-No quiero ser grosero Virgo, pero a mí no se me da eso de la espiritualidad, deje de de creer en todo eso desde hace mucho-

-Quizás eso es lo que necesitas ¿no lo crees?-

-Si quizás, pero no lo voy a intentar, ni siquiera lo voy a contemplar-dijo Milo torciendo el gesto, en una mueca de irritación, de cansancio.

-Deberías descansar-

-Si es lo que más quiero descansar- pero por siempre pensó

-Ya veo, bueno me encaminare a la cámara del patriarca, si necesitas con quien hablar, ya sabes dónde encontrarme- termino el santo de Virgo con una sonrisa amable, una sonrisa genuina.

Milo no le contesto al ofrecimiento, ya que su mente se había perdido de nuevo en el abismo.

Cuando por fin llego la hora de la reunión, se paró de sus escalos. Y se encamino hacia allá, si saber las sorpresas que se llevaría ese día.
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